Encontré una forma distinta de prostituirme
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Dicen que para gustos los colores, y en lo que a mí concierne, lo he podido constatar, concluyendo que en este mundo hay inmensidad de fantasías y fetiches que de alguna u otra manera siempre tienen su propio público para satisfacer.
A mis veintisiete años de edad, por ejemplo, jamás se me habría ocurrido que alguien se pudiera interesar en suscribirse a un Only Fans para ver el contenido erótico de una chica delgada que ni siquiera muestra la cara, de un poco más de 1.60 de estatura, y con unos pechos pequeños pero redondos, cuyas medidas de copas son 34b, aunado a un par de discretos glúteos que si bien no son enormes, vaya que llaman la atención por su redondez y su aspecto túrgido.
Y sin embargo, siendo yo la chica de la descripción, con el beneplácito de mi novio, hace apenas un par de meses me hice un Onlyfans con el propósito de obtener unos ingresos extras que me permitieran independizarme, al tiempo que cumplí con una de mis fantasías más oscuras que habían estado internadas en mi mente, que era la de convertirme en puta: por lo menos provocando lujuria, lascivia y potentes erecciones en los hombres que me morbosearan hasta hacerles eyacular.
Y, contra todo pronóstico, me abrí mi cuenta y gustó. Si al principio me rehusé a abrirme un OF fue simplemente por temas de inseguridades. Siempre fui una chica bastante tímida e insegura gracias a los estándares morales con los que fui criada, aunada al hecho de que no soy nalgona ni tetona, sino más bien una chica normal.
De no ser por Luis, mi novio, jamás habría descubierto que mi constitución delgada y mis perfilados rasgos físicos (aunque repito que jamás muestro mi cara como tal) realmente sí resultan atractivos para un gran target de hombres, incluso mujeres, que gustan de las chicas como yo.
Debo destacar que aunque siempre fui una chica seria, tímida e insegura, en el fondo mis deseos sexuales siempre estuvieron presentes. En otras palabras, aunque en público y en familia, (incluso los primeros años con mi novio) continuamente me mostré cohibida, discreta y hasta retraída, en privado y en lo más hondo de mi mente, mis enfermas fantasías sexuales siempre permanecieran allí… como esta que ya he comentado, que no era otra cosa que sentirme una puta de esquina.
De hecho con mi novio en dos ocasiones nos arriesgamos a cruzar la línea roja y hacer un juego de roles, donde yo, vestida con una minifalda de cuero muy cortita; una blusa a juego con un escote pronunciado, y un par de tacones negros de quince centímetros, hice las veces de prostituta que él encontraba en una esquina para llevarme a coger aun motel de paso.
La primera vez esa fantasía la cumplimos sin mayores riesgos, en el mismo motel, saltándonos la escena preliminar donde él me recogía de una esquina.
La segunda vez, sin embargo, todo fue más arriesgado aún, pues llevamos la fantasía un poco más allá. Igual que la primera vez, yo vestida como prostituta, Luis me dejó en una esquina de mala muerte en una colonia de las periferias de la ciudad, cerca de donde están los moteles de paso. Y allí, muerta de los nervios y padeciendo el inclemente frío de la noche, permanecí recargada en un poste de luz mientras, con una rodilla flexionada y una mirada seductora, mi novio se daba la vuelta en su coche para pasar a recogerme otra vez, fingiendo que me encontraba en esa esquina por casualidad.
Apenas fueron dos minutos en los que Luis tardó en ir al final de la cuadra y devolverse para encontrarme de nuevo, pero para mí ese tiempo se me hizo eterno. El miedo de quedarme sola en ese poste, con mi novio a metros de distancia, los nervios de saberme en esa calle tan solitaria y un poco oscura, el morbo de lo prohibido y la adrenalina de saber que en cualquier momento podría pasar algún hombre o delincuente que verdaderamente pudiera confundirme con una prostituta, convergieron entre sí e hicieron de ese momento uno de los instantes más calientes y peligrosos de mi vida.
Cuando Luis volvió conmigo y detuvo el coche a mi lado, juro que mi vulva palpitaba furibunda y que secretaba fluidos tibios como hacía mucho tiempo que no me pasaba. Mis pezones erectos parecían un par de montículos rocosos. Y no sé bien si fue alucinación mía o de verdad sentí que algunos chorros de segregaciones vaginales que se desplazaban desde mis genitales hasta mis muslos por lo excitada que me hallaba.
Lo cierto es que estaba cumpliendo mi fantasía de sentirme una piruja de esquina, y no me importaba que mi cliente fuese mi propio novio… yo ardía de ganas por despojarme de mi ropa y empezar a cabalgarlo.
—Hola, putita, ¿cómo te llamas? —me preguntó Luis en su papel, con el gesto más seductor que pudo ofrecerme.
—Soy Kitty 69 —le dije, y aun no sé por qué usé ese nombre.
—Bien, qué nombre tan sexy y tan cogible, ricura, ¿cuánto me cobras por una noche?
—Súbeme a tu coche y negociamos, ¿te parece? —le dije—. Tengo ganas de hacerte cositas ricas.
—¿Como cuáles? Y sé explícita, nena, por favor, porque si no me convences, me voy a buscar a otra puta por ahí.
Su respuesta me dejó desconcertada momentáneamente, pero de todos modos me divirtió. Así que hice lo que él me pidió y le respondí con total desinhibición que el mismo resultó asombrado:
—Si me subes a tu coche, papi, lo primero que te haré será… chuparte la verga con todo y huevos... lo demás, ya el momento lo decidirá.
—¡Contratada! —respondió él, mientras yo me reía.
No me lo van a creer, pero el colmo de mi mala suerte decidió que en la esquina opuesta de donde yo le estaba ofreciendo mis servicios sexuales a mi propio novio, las luces de la torreta de una patrulla de policía empezaran a destellar, anunciándonos sus rondines nocturnos. Luis, espantado, rápidamente intentó abrirme la puerta del coche, pero al principio se trabó porque yo traté de abrirla con el seguro puesto, pero finalmente pudimos manipular la puerta y me subí casi de un salto.
Muertos de la risa por la anécdota pasamos junto a la patrulla de policías sin mayores consecuencias, y después, así de inundaba como estaba le dije:
—¿Sabes, gordito? Ahora que pasaron los policías se me ocurrió otra fantasía.
—¿Otra? ¿Y ahora de qué se trata, mi pequeña traviesa?
—Se me ocurrió la posibilidad de que los policías me hubieran amonestado por estar en la vía pública ofreciendo mis servicios como puta, y que para salir del problema, tú me ofrecieras a ellos para que me cogieran en la patrulla.
—¡Pfff! Jajajaja. No manches, flaquita, si seguimos intentando cumplir tus fantasías, un día vamos a terminar los dos en la cárcel, tú por puta y yo por tu proxeneta.
Después de esta breve conversación, yo, como una servidora sexual que cumple lo que promete, durante el trayecto al motel de paso a donde Luis me llevó, me dispuse a sacarle su miembro del pantalón y le hice un afanado oral que él disfrutó como loco, sobre todo cuando mi lengua mojó con saliva sus testículos y le dieron lengüetazos.
2
La verdad es que yo ya tenía tiempo planteándome la posibilidad, al principio en broma, de abrirme un Only, pero sin temor a equivocarme creo que fueron las palabras que me dijo Luis, mi chico, el año pasado, las que me terminaron por convencer.
—¿Sabes, flaquita? El otro día estaba pensando que el Onlyfans es una forma diferente de prostitución, y traigo a cuenta el comentario por esa fantasía frecuente que tienes de ser una puta jejejeje.
Recuerdo que Luis me comentaba eso mientras yo me limpiaba los restos del semen que me había dejado en la comisura de mis labios y que no me pude tragar, porque ya me sentía congestionada de tanto semen en mi garganta.
—¿A qué te refieres con que el Only es una forma de prostitución, gordito? No lo entiendo.
—Sí, Kitty. Mira, el Only es una forma de prostitución porque además de subir tu contenido erótico por el que los suscriptores pagan mensualmente, al mismo tiempo tus mismos fans tienen la posibilidad de pagarte propinas adicionales por… contenido exclusivo.
—¿Contenido exclusivo? ¿Cómo que contenido exclusivo, Luis?
—Verás. Tú subes tu contenido erótico, pero al mismo tiempo los dejas ansiosos de más. Entonces, Only tiene la posibilidad para que tus suscriptores te contacten por mensajes privados y de den propinas, dinero extra a su suscripción, por… contenido especial.
—¿Por ejemplo? —me interesé.
—Por ejemplo que le envíes una foto con tus tetas desnudas, escribiendo el nombre del suscriptor en cuestión sobre ellas.
—¿En serio?
—Incluso te pueden pagar porque les envíes un mensaje de voz bastante cachondo y guarro diciendo algo en particular, como por ejemplo «hola, Luis, me encantaría abrirme de piernas para ti y que tú me claves tu rica verga hasta que me hagas bramar de placer» jajaja, algo así, o cosas que a ti misma se te ocurran. Es que vamos, Kitty, aunque en la vida diaria eres una niña muy tranquila y decente, yo mejor que nadie sé lo mucho que te calientan estas cosas. Yo sé lo cachonda que te pone decir guarradas durante el sexo, y lo erótico que es tu voz cuando te pones hot.
Yo me quedé alucinando con lo que Luis me comentaba. Pero antes de continuar indagando, le tuve que reclamar algo.
—¿Y tú cómo lo sabes todas estas cosas, eh, cochino? No me digas que eres suscriptor de alguna modelo en only.
—Mi flaquita hermosa jajaja, te aseguro que si te abres tu only yo seré tu fan número uno.
—¿En verdad no te molestaría que otros… hombres o mujeres me vieran… en mi faceta más erótica y pornográfica?
—Mi flaquita, con las aventuras… que hemos pasado, te juro que estoy curado de espanto. Además ya sabes el morbo que me da que otros te morboseen y que se calienten pensando en ti.
Y pues nada. A las dos semanas de esta conversación, y tras llenar una serie de requisitos para que me aprobaran la cuenta, me hice la cuenta y comencé con mi prostitución virtual.
3
Con las terribles inseguridades con las que viví durante toda mi existencia, me parece mentira que haya accedido a mostrarme en erótica lencería (y mis clientes exclusivos completamente desnuda), haciendo poses impúdicas, posturas inmorales, enviando audios escandalosamente obscenos, videos cortos mostrando mi lúbrica desnudez, y convirtiéndome en la puta virtual de algunos de mis fans más exclusivos con quienes he hecho desde llamadas telefónicas, hasta breves viodeollamadas (siempre respetando mi decisión de sólo mostrarme de mi boca hacia abajo), donde incluso me han visto masturbarme y correrme mientras yo les digo sarta de guarradas, donde incluyo sus nombres, en sesiones que disfrutamos las dos partes.
Juro que nunca pensé que esto pudiera resultarme tan satisfactorio, pues lejos de lo que pudiera pensarse, esta nueva faceta mía de ser la puta virtual de decenas de caballeros, me ha incrementado la libido y mi seguridad como mujer. Ahora soy capaz de proferir improperios y guarradas que antes, ni siquiera en la intimidad con mi novio, me había animado a decir.
Quiero decir que también tengo patrocinadores, que no es otra cosa que aquellos suscriptores que me obsequian regalos a través de mi «Wish list de amazon», una lista de artículos que compartí en mi only a través de amazon, donde sugiero cositas para que me regalen con la promesa de hacerme un video con el regalo puesto en cuestión, agradeciendo el obsequio.
Esta clase de regalos me ayudan a seguir generando contenido con la lencería, juguetitos y productos que necesito para continuar gestando cositas nuevas.
Hace rato, por ejemplo, acabo de recibir un plug anal que me ha enviado un fan frecuente que ya me ha obsequiado algunos regalitos en el pasado a través de mi lista de amazon. Como buena putita virtual, y tal como lo prometo a todos mis patrocinadores, esta noche haré un video muy breve exclusivo para él donde, colocada a cuatro patas en el borde de mi cama, le daré las gracias al tiempo que me inserto ese plug hasta que la base de diamante color morado quede en el umbral de mi orificio rectal.
Es que hay fetiches para todo. Hay quienes, incluso, me han llegado pedir que les venda y envíe mis tangas y cacheteros recién usados, o aquellos que mojo tras sesiones cachondas en la cámara, jejeje, algo ratito que de momento no he hecho.
Siendo sincera, me encanta cumplir esos caprichos que a veces me piden quienes me pagan propinas, he hecho de todo, aunque claro, siempre hasta donde mis límites y mi integridad lo consienten.
Es que tengo fans de todo tipo; desde los que gustan de ver mis pies con letreros hechos con mi lápiz labial que con un título particular como «Chúpame mis deditos, José», hasta letreros a la altura de mi pubis con el nombre de mi suscriptor y una flecha que apunta hacia mi vulva mojada.
Me pagan incluso por hacer gestos tipo «ahegao face», una expresión japonesa de hentai donde a los hombres les excita el gesto lascivo de la chica, expresando con la mirada y con mis gesticulaciones placer o éxtasis: por ejemplo, con mis ojos torcidos, la lengua de fuera y, a veces, con babaza escurriéndome por las comisuras, mientras un dildo se entierra en mi vagina o mi recto.
Complacer este tipo de fetiches tiene su chiste, porque, como ya lo he dicho, yo soy una modelo amateur anónima que no permite que su rostro esté completamente expuesto, pues debo de mantener un estatus social en mi entorno que sólo derrumbo cuando estoy en mi Only. Por este motivo debo de usar máscaras que me cubren mis rasgos más particulares, pero sin dejar que se oculten mis ojos lascivos y mi boca hambrienta donde simulo un orgasmo prolongado o ansias incontrolables de macho batiéndome los caldos hasta mi útero.
A veces me pagan incluso por hablar con ellos por teléfono, a través de un número privado que tengo para mis clientes exclusivos. Allí ellos me hablan por determinado tiempo conmigo y me cuentan con lujo de detalle sus fantasías más perversas, ansiosos por saber mi opinión.
Pero mi contenido no es a través de sesiones fotográficas con cámaras fotográficas o de video profesionales. No. Para mí no hay nada más morboso que compartir mis fotos de manera amateur. No fotos de estudio que podrías encontrar en cualquier parte de internet. No, yo más bien comparto contenido muy casero, como lo haría una chica normal y común.
Como lo haría una mujer que podría vivir al lado de tu casa, departamento o por tu cuadra. No como una modelo inalcanzable que sólo son poseídas por famosos o gente privilegiada, sino como una mujer cercana que podrías tener en tu cama con menos dificultad.
Yo comparto contenido como esa vecina decente que en realidad es una zorra y que jamás imaginarías que podría tomarse fotitos para ti, con el propósito de ponerte cachondo, provocándote una erección, y cuyo semen, al eyacular, bien podría estar entre sus tetas o en la punta de sus pezones.
Yo comparto esa clase de fotos eróticas que todas las niñas traviesas nos hemos tomado alguna vez en la vida desde nuestra intimidad, de manera espontánea, cuando estamos calientes, sin necesidad de retoques ni posturas, sino más bien en su estado natural. Esas fotos o pequeños videos que como buena golfa una como mujer manda a su novio, marido o esos amantes deliciosos que te cogen clandestinamente en un motel de paso.
Obviamente no gano mucho, y mucho menos desde que por un error de sistema ya no pude acceder a mi antiguo perfil y ahora me ha tocado hacerme otro nuevo perfil con el que estoy volviendo a trabajar.
Pero esos ingresos me permiten sobrellevar mi día a día ahora que me he independizado y que estoy a punto de casarme con mi novio. Y no voy a mentir, no sólo se trata del dinero que recibo por las suscripciones o por mis propinas, sino de esa extraña y sucia sensación de saber que otros hombres, o incluso mujeres, se masturban con mis fotos, mis videos, mis gestos o mis gemidos hasta eyacular, situaciones que me ponen cerdísima.
Y todo esto que les he contado es algo que, de momento, no quiero abandonar. Porque de alguna manera estoy convencida de que tener un only es otra forma de prostitución. Y a mí me gusta sentirme prostituta, al ser una faceta alternativa a mi vida decente que llevo todos los días. ¿Y por qué no? A lo mejor cesto también me ayuda a cumplir la última y la más complicada de mis fantasías: la de un día, cuando me anime de verdad, poder tener algún encuentro real con algún suscriptor.
Tengo muchos relatos para contarte en esta web de muchas experiencias deliciosas que he pasado en mi vida, así que te seguiré dando lata por aquí. Porque como bien dice ese viejo y conocido dicho, las chicas serias y discretas somos en realidad las más golfas en la cama.